Una casa con encanto en Irurre y muchas historias por contar
En el número 7 de la calle Asunción, en Irurre, permanece una casa con encanto y con un significado muy especial.
Hoy es la casa museo del Centro Henri Lenaerts, un lugar para difundir el legado artístico e intelectual del escultor belga Henri Lenaerts. Pero mucho antes fue el hogar que acogió al artista afincado en Navarra entre 1971 y 2006, junto a sus experiencias, su ambiente, su forma de vida, sus silencios.
Es por eso que aunque haya fallecido en 2006, Henri sigue estando presente en la casa, Henri es la casa. Muchas historias de la vida de este artista tuvieron lugar en esta joya arquitectónica llena de encanto (la casa está protegida por el Servicio de Patrimonio Arquitectónico del Gobierno de Navarra) y merece la pena compartirlas.
Vida y casa rural
“Estábamos en 1971. Europa me pareció un sitio muy difícil para vivir; la vida llamada ‘civilizada’ se me había vuelto insoportable. Fui de viaje a España con mi mujer (Marie-Josée Van Broeck) a casa de unos amigos en un pueblo de Navarra. Nos habían recibido como a ‘los hijos de la casa’. En un pueblo retirado y bastante desierto compré una gran casa que tenía el interior muy dañado”.
Así describió Henri en sus memorias su llegada al pequeño pueblo de Irurre. También contó cómo fue la llegada de Paulette Garin, quien terminó siendo su compañía hasta sus últimos días. “Una amiga (‘Paulita’) buscaba también vivir al aire libre a causa de su mala salud, y vino a instalarse en la casa desde que comenzó la restauración del tejado, mientras que yo me iba a trabajar en la fundición en Italia cerca de Vicenza”.
Henri además mencionó que al contar en la casa con la compañía de ‘Paulita’ también hizo “grandes pinturas murales y cartones para tapices. Paulette tejía en mi presencia”.
Los primeros años en Irurre fueron para Henri muy prolíficos. Desde el pueblo mantuvo su relación con el círculo artístico europeo, especialmente belga, realizó muchos viajes sobre todo a Italia y Grecia e incluso siguió siendo el “artista-amigo” de los reyes Balduino y Fabiola de Bélgica. Además, durante unos cinco años organizó en la casa de Irurre seminarios de yoga a los que acudían personas provenientes de distintos lugares de Europa.
Alternando con sus labores artísticas, Henri dedicó su tiempo a rehabilitar la casa, construir armarios, estanterías y mesas. El estilo de vida rural de Henri y su compañera ‘Paulita’ se reforzaba con la cría de gallinas, pollos, pavos reales, palomas, conejos, entre otros animales, además del cultivo de algunos alimentos en la misma casa, en terrenos anexos que adquirieron con la compra de la vivienda de Irurre. A estas labores hogareñas de Henri y ‘Paulita’ se le sumó la producción de vino en una pequeña parcela con un viñedo “muy viejo”, pero con el que podían elaborar su propio vino sin productos químicos. Todo esto en un pueblo pequeño, en donde “no había ningún coche, ni teléfono, ni tienda”.
Encanto en Irurre
A través de la disposición de los espacios y de cada elemento en su interior, la casa museo ha mostrado y aún muestra una forma de vida y de gozo, sin lujos, repleta de obras hermosas que alumbran con su simbología un pensamiento singular, coherente y respetuoso con el medio.
Por ejemplo, en el taller se respira el ambiente de trabajo de Henri y la forma como conjugó su formación académica, la precisión y el rigor de sus dibujos sobre anatomía humana, y el quehacer artesanal pulcro y cuidado. Mientras que en el archivo se guarda parte de las obras de la colección y del legado escrito, convirtiéndose en un lugar apropiado para hablar del patrimonio material e inmaterial y sus relaciones con la memoria. Y así podríamos continuar describiendo todos los rincones de este lugar especial.
Si deseas conocer esta casa con encanto en Irurre y revivir las historias de Henri y ‘Paulita’ en ella, puedes visitarla y hacer un completo recorrido guiado, o acudir a las actividades que ocasionalmente realizamos allí.