Multitud en los museos: ¿Se puede disfrutar la experiencia?
Son cerca de 20 mil personas las que a diario visitan el Museo del Louvre, en París, para estar cerca de la afamada Mona Lisa de Leonardo Da Vinci, solo un instante. Se dice pronto, pero son ¡20 mil personas las que pasan todos los días por el Louvre! Sería como si todos los habitantes de Barañáin, en Navarra, o los de Zarautz, en País Vasco, decidieran ir a visitar el museo el mismo día.
Aunque el caso del museo francés no es extensivo a todos los museos en general, de aquí sobresale un tema muy importante: la experiencia de apreciación artística que se pone en riesgo ante la masificación en estos espacios.
La apreciación de una pintura, una escultura o cualquier otra pieza artística expuesta en un museo no solo suponen un momento contemplativo sino una muy cercana relación en la que a partir del arte conectamos con nuestra propia interioridad y la de otras personas, los autores. ¿Viviremos lo mismo si la experiencia está caracterizada por la aglomeración de visitantes?
Son cerca de 20 mil personas las que pasan todos los días por el Museo del Louvre.
Visitas masivas vs. museos vacíos
El periodista especializado en arte, Joaquín Guzmán, señala que “la visita a un museo es una experiencia esencialmente íntima. Cuando acudimos con la mirada atenta y curiosa buscamos el aislamiento, y casi sin quererlo establecemos con las obras y artistas una relación estrecha, intentando, aunque no siempre lo consigamos, evadirnos del ruido existente en las abarrotadas salas”.
En ese orden de ideas, una experiencia agradable en un sitio como un museo podría ser incompatible con una marea humana abarrotando un espacio que debería estaría sumamente protegido. Sin embargo, el interés por el arte y la cultura que ha llevado a la masificación de algunos museos, entra en conflicto con las necesidades de sostenimiento de estos lugares.
De hecho, el museo del Louvre logró superar en 2018 su récord histórico al obtener 10,2 millones de visitas, un aumento del 25% respecto al año anterior. Con esta positiva estadística, también consiguió convertirse en el primer centro de arte del mundo que ha alcanzado un número tan alto de visitantes.
No obstante, lo importante es hallar un equilibrio entre la masificación y la accesibilidad, con el propósito de que no se vea perjudicado el disfrute de la experiencia estética, la cual es la razón de ser de los museos. “El éxito no es la audiencia desorbitada, sino la experiencia grata”, recordó Jorge García Gómez-Tejedor, jefe de restauración del Museo Reina Sofía, durante una entrevista para el diario El País, mientras abogaba además por la organización y la previsión para evitar la masificación.
La visita a un museo es una experiencia esencialmente íntima.
Reviviendo una experiencia íntima
Las visitas reducidas a grupos limitados, acceso en horarios poco habituales o incremento de precios de entrada de manera disuasoria, son algunas medidas alternativas que muchos espacios culturales están tomando para gestionar la asistencia a los museos y sobre todo favorecer la íntima relación que debe haber entre espectador y pieza de arte.
“Queremos premiar la fruición virtuosa. No nos interesa aumentar la presencia de quien entra solo para hacerse un selfie delante de la Venus de Botticelli. Nos interesa crear un flujo de personas que aprenden a conocer el placer de una visita lenta, a lo mejor media hora un día solo para sentarse frente a un lienzo nunca visto», dijo en una entrevista Eike Schmidt, director de la Galeria Uffizi, el museo más visitado de Italia, y el promotor de una de las mencionadas medidas para privilegiar el “turismo lento”.
Desde el Centro Henri Lenaerts también trabajamos cada día por promover una experiencia placentera en la que todos nuestros visitantes puedan acercarse al legado del artista belga que nos inspira y que se resguarda en nuestra casa museo. Tenemos la convicción de que las visitas guiadas a grupos reducidos permiten revivir ese vínculo cercano y personal con el arte sin poner demasiados obstáculos de por medio.