Hagamos de la práctica meditativa un hábito
Se dice que unos 30 minutos al día es el tiempo mínimo de práctica meditativa que nos ayudaría a obtener beneficios para nuestra calidad de vida.
Dedicar media hora diaria al yoga o a la meditación nos permite también apropiarnos de una rutina que, aunque al inicio pueda resultar complicada de asumir, nos deja valiosos frutos que hacen que merezca la pena. Entrenar la atención, la concentración y la consciencia, de cara a la gestión de nuestro día a día y a la relación con nuestro entorno, son algunos de esos frutos que la práctica meditativa continuada nos otorga.
Puede considerarse que no es sencillo vincular al yoga o a la meditación como uno más de nuestros hábitos cotidianos, debido a la disciplina y constancia que precisan. Aunque solo se necesite media hora de las 24 que tenemos en el día, introducir la práctica meditativa a nuestros “quehaceres” habituales debería producirse paulatinamente, en armonía con las demás actividades que desarrollemos.
“Tal vez para crear un hábito como el de la práctica meditativa hay que deshabituarse de otros. Estos pueden ser mentales o simplemente pueden estar relacionados con la pereza o con estar sobre estimulados por otros temas”, opina al respecto Raúl Hernández Amillano, profesor de yoga y meditación del Centro Henri Lenaerts.
En ese sentido, el experto insiste en que es muy importante el ejercicio habituado de la práctica meditativa para adquirir herramientas que nos proporcionen bienestar en nuestra vida diaria. “Así como en la práctica del yoga el músculo necesita estirarse de manera constante, pues lo cierto es, y cada vez está más demostrado, que al practicarlo frecuentemente creamos rutas neuronales diferentes, además de que cuando te entrenas en la atención sostenida, en la concentración que surge desde ahí, se genera un estado de fluir diferente”, agrega.
Para crear un hábito como el de la práctica meditativa hay que deshabituarse de otros.
Pasos e indicadores
Hay textos, como el libro Serenidad Mental, de Miriam Subirana, que sugieren seguir una serie de pasos simples para realizar una meditación básica, vinculándola a nuestros hábitos diarios. Entre esos pasos están: encontrar un lugar tranquilo; sentarse en el suelo con la espalda recta (pero sin tensiones) respirando hondo; con los ojos abiertos elegir un punto enfrente y dejar ahí la mirada, mientras poco a poco las distracciones van desapareciendo; observar los pensamientos sin juzgarlos ni retenerlos; crear pensamientos e imágenes positivas de uno mismo, visualizarlos y mantenerlos durante unos minutos; y cerrar los ojos unos instantes creando un silencio completo.
No obstante, Raúl Hernández detalla que en la práctica meditativa existen indicadores que advierten a quien ha asumido a esta disciplina como un hábito, si lo que está realizando es correcto. “No es solo sentarse, cerrar los ojos y luego hablamos… no es así. Es muy importante tener en cuenta que los indicadores son luces de comprensión para quienes estamos ahí”, dice.
Conseguir vacío mental, ausencia del sentido del yo y ausencia de búsqueda, son los principales indicadores para una práctica meditativa correcta. Su cumplimiento se comprueba en la práctica interna y la externa que requieren disciplinas como la meditación o el yoga.
“Lo más habitual para ir a la práctica de autoindagación, que es la práctica interna, es llegar a través de la práctica externa, y cuando comenzamos con esta última siempre tenemos como herramienta a la atención, como ese elemento que procuramos mantener y sostener. De esa manera, cuando estamos en práctica externa, la atención se posa sobre los objetos, ya sean mentales o físicos, o sobre el cuerpo. La atención va colocándose allí donde el guía de la sesión vaya dirigiendo, porque la atención posada en donde corresponde nos habla de atención eficiente”, manifiesta.
Raúl concluye explicando que “luego que logramos mantener la atención en la práctica externa, vamos hacia dentro, a la práctica interna, que es cuando logramos el vacío de contenido mental, debido a que la atención ha estado en práctica externa y al ir hacia adentro ya no hay contenido mental. Logramos ese vacío mental, ya que no hace falta el contenido mental en este contexto de la práctica meditativa, como tampoco el constructo mental que cada persona tenga sobre sí mismo, así como tampoco su ego, expectativas, pasado, recuerdos, frustraciones, etc. Cuando vamos a hacer la práctica interna, todo esto simplemente sobra”.
No es solo sentarse, cerrar los ojos y luego hablamos… no es así. Es muy importante tener en cuenta que los indicadores son luces de comprensión para quienes estamos ahí.
De interés
Si deseas hacer de la práctica meditativa un hábito y aprovechar todos sus beneficios, te vendría bien probar con las actividades que ofrecemos en ese sentido. Revisa la fecha de las próximas jornadas y apúntate. Si tienes alguna duda, esperamos tu llamada o mensaje.